No todas las personas que padecen trauma sufren de trastorno de estrés postraumático, lo que sugiere una razón hereditaria.
Científicos de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, han vinculado dos variantes genéticas al trastorno de estrés postraumático (TEPT), lo que sugiere que una cuestión hereditaria que influye en el riesgo de que una persona desarrolle esta debilitante enfermedad mental.
Publicados en la edición de la revista ‘Journal of Affective Disorders’, los resultados de este trabajo podrían proporcionar una base biológica para el diagnóstico y tratamiento del TEPT de manera más eficaz en el futuro.
«Muchas personas sufren de trastorno de estrés postraumático después de sobrevivir a una terrible experiencia que amenaza la vida como la guerra, la violación o un desastre natural», explica el autor principal, el doctor Armen Goenjian, investigador en el Instituto Semel para la Neurociencia y Comportamiento Humano de UCLA. «Pero no todos los que padecen trauma sufre de trastorno de estrés postraumático. Hemos investigado si el TEPT tiene bases genéticas que hacen que algunas personas sean más vulnerables al síndrome que otros», añade.
En 1988, Goenjian, un estadounidense de Armenia, corrió a Spitak, Armenia, después de que un terremoto de magnitud 6,8 devastó el país. El temblor se demolió pueblos y ciudades enteras, matando a más de 25.000 armenios, dos tercios de ellos niños.
Con el apoyo de la Sociedad de Socorro Armenio, Goenjian y sus colegas ayudaron a crear un par de clínicas psiquiátricas que trataban a los sobrevivientes del terremoto durante 21 años. Una docena de familias multigeneracionales en el norte de Armenia acordaron permitir que sus muestras de sangre se enviaran a UCLA, donde Goenjian y sus colegas rastrearon el ADN de 200 individuos en busca de pistas genéticas de vulnerabilidad psiquiátrica.
En 2012, su equipo descubrió que el TEPT fue más común en los supervivientes con dos variantes de genes asociados con la depresión. En el estudio actual, Goenjian y la primera autora, Julia Bailey, profesora asistente adjunta de Epidemiología en la Escuela Fielding de Salud Pública de UCLA, se centraron en dos genes llamados COMT y TPH-2 que juegan un papel importante en la función cerebral.
COMT es una enzima que degrada la dopamina, un neurotransmisor que controla los centros de recompensa y el placer en el cerebro y ayuda a regular el estado de ánimo, el pensamiento, la atención y el comportamiento. Un exceso de dopamina o un defecto puede influir en diversos trastornos neurológicos y psicológicos.
TPH-2 controla la producción de serotonina, una hormona del cerebro que regula el estado de ánimo, el sueño y el estado de alerta, todos ellos interrumpidos en el TEPT. Los antidepresivos llamados ISRS o inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, que fueron diseñados para tratar la depresión, se dirigen a la serotonina. Más médicos están recetando ISRS para tratar los trastornos más allá de la depresión, incluyendo trastorno de estrés postraumático.
«Hemos encontrado una asociación significativa entre las variantes de la COMT y TPH-2 con síntomas de TEPT, lo que sugiere que estos genes contribuyen a la aparición y persistencia de la enfermedad –plantea Goenjian–. Nuestros resultados indican que las personas que tienen estas variantes genéticas pueden estar en mayor riesgo de desarrollar TEPT».
El equipo utilizó los criterios más recientes de TEPT del manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría para medir el papel de los genes en la predisposición de una persona a la enfermedad. Los nuevos criterios incrementaron las estimaciones de la predisposición de una persona al TEPT al 60 por ciento, mientras estimaciones basadas en criterios antiguos alcanzaron sólo el 41 por ciento.
«Las evaluaciones de pacientes basadas en los criterios más recientes de diagnóstico pueden aumentar las posibilidades de encontrar nuevos marcadores genéticos para el TEPT –subraya Goenjian–. Esperamos que nuestros hallazgos conduzcan a métodos moleculares para detectar a personas en riesgo de esta enfermedad e identificar nuevos tratamientos farmacológicos para la prevención y el tratamiento».
Aún así, Goenjian advirtió que el trastorno de estrés postraumático probablemente lo causan múltiples genes y que se deben realizar más estudios para encontrar más genes involucrados. El TEPT afecta a aproximadamente al 7 por ciento de los estadounidenses y se convirtió en un problema de salud urgente al registrarse en un gran porcentaje de veteranos de guerra al regresar de prestar su servicio en Iraq y Afganistán.
«Una herramienta de diagnóstico basada en los genes ligados al TEPT sería de gran ayuda en la identificación de las personas que están en alto riesgo de desarrollar la enfermedad –plantea Goenjian–. Nuestros hallazgos también podrían ayudar a los científicos a descubrir tratamientos más refinados, como la terapia génica o nuevos medicamentos que regulan los productos químicos asociados con los síntomas de TEPT».