Las relaciones personales son muy importantes en la vida diaria de cada persona, más si una persona está enferma. Ya sea como apoyo ante la decisión de operarse o no, ante la noticia de una grave enfermedad, como soporte a un tratamiento duro y difícil, a la hora de cambiar los hábitos de vida, de tener un acompañante al hacer ejercicio porque nos lo ha recomendado el médico, de acudir a revisiones o a la realización de determinadas pruebas médicas, por ejemplo.
Así, el presidente de la Sociedad Española para el Avance de la Psicología Clínica y de la Salud – Siglo XXI (SEPCyS), Francisco Estupiñá, destaca a Infosalus la importancia del contexto en el que se mueven los pacientes, especialmente los de patologías crónicas o graves, a la hora de tomar decisiones sobre su salud y sobre su enfermedad.
«Es clave el apoyo del entorno desde la toma de la medicación, hasta cuando los pacientes deben someterse a terapias, o con la introducción de cambios en los hábitos de vida», sostiene. En este sentido, el experto pone de ejemplo algunas de las enfermedades crónicas en las que es fundamental el apoyo de los familiares o amigos, tales como una diabetes, las enfermedades cardiovasculares, o el propio cáncer por ejemplo, donde los tratamientos y la situación y estado de cada persona no es el de una enfermedad pasajera, y hay que ir superando etapa a etapa.
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VITAL EL APOYO FAMILIAR
En el caso concreto del cáncer, Estupiñá resalta que los últimos avances médicos han permitido que muchos procesos oncológicos ya no sean condición de vida o muerte, sino que muchos tipos de patologías oncológicas, como el cáncer de mama o el de próstata en hombres, presentan altas tasas de supervivencia. «Aunque la expectativa a largo plazo de estas enfermedades ha cambiado, sigue siendo vital el apoyo familiar o de amigos para reforzar la calidad de vida, o ante posibles recidivas», sostiene.
Asimismo, indica que el rol activo por parte del paciente es cada vez «más importante» a la hora de afrontar estas patologías. «No sólo tiene que acudir al centro hospitalario a hacerse pruebas, también cambiar estilo de vida, la dieta que mantenía, deben hacer ejercicio, por ejemplo. El paciente tiene que tener un rol activo. En todos estos procesos el que el paciente haga las cosas que se le recomiendan depende de múltiples variables y entre ellas están la familia y los amigos», agrega el presidente de SEPCyS.
En psicología de la salud se han desarrollado muchos modelos explicativos sobre ello porque hay un porcentaje elevado de pacientes que no tienen una buena adhesión a sus recomendaciones, agrega, indicando que muchos no siguen las revisiones, ni tampoco la medicación, no cambian su estilo de vida, se les pide que dejen de fumar y no lo hace, o siguen comiendo muchas grasas.
En este punto, recuerda el modelo de ‘COM-B’ de Christina Jackson, que trabaja la adherencia de los pacientes a los tratamientos y a la medicación. «Capacidad, motivación y oportunidades, dentro de estas variables se contempla el apoyo social que recibe la persona, el apoyo instrumental que recibe, la aceptación por el entorno del problema de salud del paciente, todo incide en que el paciente se adhiera o no a las recomendaciones», insiste.
El psicólogo clínico destaca a su vez que la motivación también está «muy influida» por el contexto social. «Se sabe que cambia en la que medida en que percibe su entorno como un apoyo, que rema a favor de los cambios de conducta que debe hacer. Así es mucho más probable que los pacientes las pongan en marcha», añade.
También son importantes las emociones, el apoyo de las personas que están en torno a la enfermedad. Según explica, no sólo se trata de un apoyo instrumental, como el cambiar la dieta juntos. «En muchos casos el experimentar emociones negativas dificulta que las personas sigan recomendaciones de médicos o pautas de cambio de vida. La persona que tiene cáncer o a la que le dicen que tiene una enfermedad cardiovascular de gravedad, como una angina de pecho, se asusta mucho y experimenta emociones negativas», indica, a la vez que resalta que la depresión es una consecuencia habitual de los episodios cardiovasculares.
Francisco Estupiñá alerta de que el hecho de estar deprimido no facilita que se hagan los cambios para ajustarse a la enfermedad. «Te recomiendan ejercicio leve o moderado pero con depresión no te sientes con fuerzas para hacerlo. O que evites determinados alimentos, y son los que te apetece comer cuando estás ansioso. El que estés angustiado puede influir en lo que haces con la enfermedad y a su vez ese apoyo social puede proteger de estar deprimido o asustado», concluye.